Cuando nuestro cuerpo deja de funcionar debidamente y aparece algún problema de salud, no dudamos en aventurarnos en Internet para buscar alguna sustancia que pueda ayudarnos a mejorar esa situación.
En la actualidad, se demandan mucho el aceite de CBD y el aceite de cáñamo, pero quizá no conozcamos sus diferencias y aplicaciones.
El aceite de CBD adquiere su nombre por las siglas del “cannabidiol”, uno de los más de cien cannabinoides de la especie Cannabis sativa.
Este aceite es uno de los productos de cannabidiol más conocidos porque sus propiedades no son psicotrópicas y tiene un excelente perfil de seguridad.
El aceite de CBD es comúnmente confundido con el aceite de cannabis, pero este último se obtiene a partir de cepas de marihuana por lo que contiene niveles considerables de THC. Esto hace que no sea un producto seguro para todo tipo de pacientes; además, la marihuana no es legal en la mayoría de los países de la Unión Europea.
El CBD se obtiene a partir de hojas y flores de plantas de cáñamo maduras tras aplicar diferentes procesos químicos muy delicados. Después, se añade a un aceite base, como puede ser el aceite de cáñamo o el aceite de oliva, para finalmente crear la mezcla que sea el aceite de CBD.
Es un producto que se esta estudiando en diversas líneas de investigación actuales para determinar cuáles son sus efectos concretos y en qué situaciones puede aplicarse. Los estudios preclínicos sugieren que sus efectos son antiinflamatorios, antioxidantes, ansiolíticos y analgésicos.
Suele tomarse por vía oral o aplicando unas gotas bajo la lengua. Sus efectos suelen comenzar entre tres cuartos de hora y una hora tras su ingesta, y suelen durar varias horas.
Por otra parte, el aceite de cáñamo es un producto muy diferente, pues no contiene ninguna sustancia cannabinoide, como el THC, por lo que no podrá producir los mismos efectos.
También se le denomina aceite de semillas de cáñamo, pues se obtiene a partir de las semillas de la planta de Cannabis.
Sus efectos hacen que pueda ser utilizado en diversas enfermedades y situaciones de alteración de la salud, como pueden ser:
- Acné.
- Pre-menstruación, pues reduce los síntomas asociados al período.
- Alteraciones cutáneas como el eccema atópico, la dermatitis y la psoriasis.
- Pacientes oncológicos, para reducir las náuseas producidas por la quimioterapia.
- Prevención de la osteoporosis.
- Enfermedades de reumatología, como la artritis reumatoide, la fibromialgia y las enfermedades inflamatorias intestinales, disminuyendo la inflamación y la sensibilidad al dolor.
- Prevención de las enfermedades cardiovasculares.
Es importante que primero conozcamos adecuadamente nuestro propio organismo y así podamos determinar qué efecto es el que queremos conseguir en él. De esta manera, podremos elegir adecuadamente el producto que mejor se adapte a nuestras necesidades y lograr obtener el mayor beneficio tras su uso.
Además, debemos tener en cuenta que suele empezarse con dosis bajas, para que nuestro organismo pueda, poco a poco, adaptarse a los cambios que se producirán en él.
Conociendo cada uno de estos aceites y sus diferencias los aprovecharemos mejor.